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Rehabilitado

Era un jueves a las 22:30 hs.en la línea 26 de retorno a mi valle. Cuando me subo yo, se sube un pibe muy delgado con cara de dopaminado que se sienta a lado del chofer. Este le comenta algunas cosas con sonrisa y ni bien este pibe termina de hablar con el chofer, se pone unos anteojos oscurisimos (de noche) y se dirije a nosotros:
“Señores pasajeros, yo acabo de ser liberado de Tacumbu hace unos días (...) Yo era drogadicto y entré en un programa de desintoxicación donde actualmente llevo 4 meses sin hacer nada, ni alcohol no tomo. Yo no trabajo pero quiero llegar a mi casa; me quedé sin dinero porque compré algo para comer pero no quiero plata, quiero que me compren estos caramelos o estas estampitas. Muchas gracias.”
Lamentablemente cuando se acercó a mí y me pidió, nos encontramos con la terrible realidad de que ambos (él y yo) padecemos de un mal común. Pero le quise probar su historia y le dije:
  • Cuando tenga, te invito una ceercita (sic) por ahí, ¿está?
  • Pero no puedo kapé - me replica- porque no puedo tomar ni debo.  
  • Y al decir esto se quita el anteojo de sol y concluye: me voy a mantener todavía mucho tiempo sin tomar nada, y dicho esto termina con un guiño.

Pensé que ahí concluiría su estadía (?) en el colectivo pero se dirige a sentarse cerca de un caballero, se pone nuevamente su anteojo (creo que tiene sensibilidad a la luz, producto de la drogadicción) y hacen una conversación. No escucho mucho por el ruido del motor del bus pero llego a escuchar la última parte de la conversación, la cual me puso a pensar mucho. Le pregunta como está su vida ahora fuera de la cárcel y este sin ningún tapujo le responde con una voz serena:

Mirá mi socio que no es fácil porque nadie me quiere, yo ko soy una plaga (sic) para todos y nadie me quiere dar nada porque dice que me voy a drogar pero ijapupa ningo lo’ perro, mba’ere piko che ajepika jeyta?(¿para qué me arriesgaría de nuevo’); y para que veas, yo antes era ladrón que robaba cosas robadas de casas de empeño y eso (sic), usaba esa plata para drogarme, ahora quiero juntar plata para verle a mi familia. Hace 4 años que no les veo y no sé más donde viven, por eso les busco por donde solíamos vivir y ahora les busco. A quien sale de la cárcel, nadie le da oportunidad y no me van a dar pero yo te digo una cosa: ya no voy a robar. Un pa’i he’i che: “Eheka la reipota, ani nde vale’ysho” ha che aipota che familia (Un sacerdote [católico] me dijo: “buscá lo que desees. No te rindas” y yo quiero a mi familia.) Después voy a ver para trabajar.
Dicho esto, empezó a cantar una cumbia (retro) mientras el caballero y yo tragabamos la saliva más pesada de la vida; minutos después, el pibe se baja y hace un gesto de estar en desagrado con la cantidad de iluminación que hay en Asunción.
El guaraní no es un idioma al cual tengo afinidad ideal pero iré perfeccionando.
Esta es otra #HistoriasdeBondi.

¿No matarás?

La Aregüeña

Estoy sentado atrás mismo y un señor con pinta de trabajar bajo el sol, entonado con caña barata (a las 11:30 AM) y sin desodorante, se sienta cerca mío. Se percataba un deseo de hablar con alguien a lo que sus palabras me las dirigió a mi persona.
- Ojejuka 4 persona...guardia... Luque-gua,(Mataron a 4 personas..guardias..en Luque) introduce el tema a lo que yo voy con un aah; Banco Conti, ndaha'eveima la cajero (Banco Contienental, ya no solo un cajero), resaltó, haciendo alusión a la gula por el dinero de los delincuentes.
- Ndopenai rapicha (Sin piedad al prójimo), a quemarropa...bam bam bam decía mientras hacía un gesto con sus dedos fingiendo una pistola que disparaba a los guardias invisibles. Yo, el curioso que no aprendió a no hablar con extraños, le hago la pregunta más difícil de todas:
- Ha mba'ere piko la ojuka guardia? (¿Porque le mataron a los guardias?) Él, alza los hombros levemente y con un gesto que combina tristeza con conformismo dice:
- Ha pirapire ningo joven...ha la banco oreko heta pea, ore ningo mashete'inte la jagurerko. Ñande vare'a avei (Y el dinero joven, el banco tiene mucho de eso y nosotros solo cuchillos. También tenemos hambre) y al haber dicho eso me mira fijamente cuestionando la naturaleza del bien y del mal, mientras toca el timbre apresuradamente para bajar.

Caminó en reversa porque había pasado su destino.

Salí de Tacumbu

Colectivo Línea 18.2

Me subo al colectivo y me siento en una doble fila a lado de la puerta de la salida. Enfrente mío hay un muchacho de veintitantos que se reía solo. Sonreía, soltaba carcajadas para si mismo; quizás leyó Cándido de Voltaire, leyó los poemas de Quevedo o la última edición de Condorito. Uno vaya a saber. 



Con un salto se pone en pie riéndose, empieza a repartir tarjetitas por mil'i. Cuando termina la distribución (?) se dirige a nosotros: 
Cómo están señores, yo acabo de salir en libertad de Tacumbu y ahora estoy juntando platita para ir a mi casa en Capiata. Con cualquier platita me pueden ayudar. 
Dicho esto, muchos rebuscaron alguna moneda para este señor. Yo nada, seco estaba.

Termina de recaudar (?) y se baja, empieza a caminar entre las personas riéndose para si mismo y saludando a cualquier vago que encontraba.